Para el diagnóstico acerca la causa de los daños que se apreciaban en el Acueducto romano de Segovia se realizó un estudio mediante modelos de elementos finitos del comportamiento mecánico del mismo, con atención a la variación térmica interestacional, a su comportamiento dinámico y a la transmisión de tensiones a través de los tipos de juntas de los sillares de granito. De este modo, se obtuvo un conjunto de premisas para el mantenimiento del monumento.

El comportamiento global era del todo seguro, dadas la enorme flexibilidad -sea por esbeltez vertical y horizontal como por la unión a hueso de las juntas- y la ductilidad del sistema, por idénticas causas. De hecho, las frecuencias propias de oscilación de los primeros modos del conjunto eran bajísimas, no viéndose afectado por las vibraciones que induce el tráfico.  Relevante era que el mayor daño -prácticamente el único- se debía a la degradación de las juntas por efecto del peso propio, especialmente de las esquinas de los sillares, por causa de la concentración de tensiones en ellas con la contribución de microorganismos que, asentados en dichas juntas, ayudaban a su degradación.